Monday, May 30, 2011

Orlando - Virginia Woolf

Los escritores ingleses me causan una especial fascinación: las Brönte, Jane Austen, Tennyson, Henry James, Oscar Wilde, etc. pero quizás sea Virginia Woolf la que más me fascina. Hay algo en su forma de escribir y narrar que me parece tan íntimo y como a todo ser humano, esa intimidad me genera curiosidad.

Quizás lo que más me gusta de esta escritora es que puedo sentir su pasión mientras voy leyendo las páginas de sus libros. Y Orlando es el mejor ejemplo de esto. Pero antes de explicarles por qué, mejor les hago un pequeño resumen del argumento del libro.

Orlando es la historia de quién comienza siendo un caballero de la época isabelina. Es un joven apuesto, protegido por la reina y de quien se dice fue su amante. Poco después de la muerte de la reina Isabel, Orlando tiene un romance con una princesa rusa, Sasha, de la que se enamora profundamente y con quien planea huir. Pero Sasha desaparece sin dejar rastro y Orlando, amargado y traicionado se hunde en su castillo con el propósito de convertirse el primer poeta de su familia. Gracias a esto invita a un famoso poeta de la época, Nick Greene, a quedarse en su casa para poder aprender de él. Pero Greene termina burlándose de Orlando y de sus obras y éste quema todo lo que había escrito hasta entonces, menos su primer poema, La Encina, que guarda celosamente consigo y que sigue reescribiendo durante el resto de su vida.

Durante la época del Rey Carlos II, es designado como Embajador en Constantinopla. Dos años después, durante una sublevación turca, Orlando cae en un profundo y prolongado sueño y despierta convertido en mujer. Es la misma persona, la misma personalidad, todo igual, menos su sexo. Huye de la Embajada y se une a un grupo de gitanos, pero finalmente se ve obligada a regresar a Inglaterra, ya en la época victoriana.

Una vez en Inglaterra, Lady Orlando se debate entre el conservadurismo de la época, los prejuicios a los que se ve expuesta y su espíritu libre. La sociedad le dice que debe casarse, que ella no es dueña de sus tierras por el mero hecho de ser mujer, se aburre en una sociedad estricta y disciplinada, hasta que conoce al capitán Marmaduke Bonthrop Shelmerdine, quien al igual que Orlando, sufrió una metamorfosis y antes fue mujer. Se enamoran perdidamente y se casan. Lady Orlando da a luz a su hija ya entrado el siglo XX. Termina y publica su poema La Encina, en el que viene trabajando desde hace tres siglos y se convierte en una escritora famosa. 

Un día, el peso de la realidad y de la historia se vuelve insoportable; como si de repente necesitara buscar todos los “yo” que ella ha sido y unirlos para encontrar alivio a la “actualidad”. Por esto, ella regresa al viejo árbol que la inspiró cuando era tan sólo un adolescente y ahí se encuentra con su marido, que regresa de altamar. El regreso al árbol y de su marido se lleva a cabo en medio de un delirio fantástico y místico y la historia termina allí, en ese momento, en el año 1928.

La historia está escrita como una biografía, pero con acceso al interior de su personaje principal, pues lo más importante de toda la obra es la aventura interior, las reflexiones y pensamientos de Orlando. Woolf describe su vida interior completamente llena de emociones estéticas y pone una gran atención a la percepción del mundo que tiene el personaje. Uno ve a través de sus ojos y experimenta sus delirios y pasiones ante la vista de lo que sea que lo estimule. Esto último me hizo recordar muchísimo al romanticismo alemán, al Sturm und Drang al que perteneció Goethe: el amor exacerbado por la naturaleza es una característica esencial de este libro y de la corriente alemana que menciono.

Además, Woolf hace hincapié en las relaciones personales sin prejuicios que llevan los personajes de la obra y de cierta manera se burla y critica la sociedad victoriana del siglo XIX. En cierto momento, mientras regresa a Inglaterra desde el Medio Oriente, Orlando se pregunta: “(…) ¿Deberé resignarme a respetar la opinión del sexo contrario, por monstruosa que sea? (…)” Esta y muchas otras preguntas son las que Orlando se hace, llegando a la conclusión de que ambos sexos eran imperfectos, pero sintiéndose más mujer que hombre. Muchos afirman que este es un libro feminista que trata sobre la represión sexual, de la afirmación de la homosexualidad y de la liberación de la mujer. Quizás tengan razón hasta cierto punto, pero me parece que Virginia Woolf no tenía intenciones de hacer ninguna propaganda en lo que escribía. Ella simplemente escribía sobre lo que le parecía natural, estuviera esto de acuerdo o no con los cánones del  momento histórico en el que vivió.

Me gustó mucho encontrar quizás un precedente “a la inglesa” de lo que es el realismo mágico latino americano. El aspecto mágico o fantástico de la vida de Orlando es descrito con la mayor naturalidad, como si fuera lo normal, al igual que en las novelas de García Márquez o de Alejo Carpentier. Dentro de este aspecto fantástico, además del cambio de sexo, tengo que mencionar el tratamiento del tiempo que hace Woolf. Existen dos tiempos distintos en esta obra: el tiempo histórico, 350 años de historia inglesa, desde los últimos años de la Reina Isabel hasta la segunda década del siglo XX; y el tiempo mental del protagonista. Por un lado, el paso del tiempo histórico es marcado a través de la percepción que tiene Orlando de éste y de las comparaciones que hace de vez en cuando con las cosas que él/ella alguna vez conoció o presenció, pero por otro lado, el paso del tiempo mental, de las reflexiones y el cambio o evolución interior de Orlando es casi imperceptible, no parece más que un corto periodo de tiempo. No parecen ser tiempos paralelos. Es el completo opuesto a la Señora Dalloway, donde el tiempo histórico es tan solo un día, pero el tiempo interior del proceso mental de la protagonista parece extenderse por años y años.

Si hay algo con lo que me puedo identificar con el personaje que da nombre al libro es que éste vive absorbido por la literatura, que es su verdadera pasión y según mi opinión, es debido a esta pasión que los verdaderos momentos eróticos del libro ocurren.

Pareciera que Virginia Woolf se divirtió escribiendo esta obra; hay cierto tono sarcástico y picaresco en la narración. Además, el estilo lírico del libro fluye rápido y da una impresión de un trabajo gratificante y apasionante por parte de la escritora. Una de las razones obvias para esto es que el libro está basado en la vida de una amante de Woolf, Vita Sackville-West, y a quién le dedica el libro.

Leer a Virginia Woolf siempre me da ganas de sentarme a escribir. La descripción tan profunda del proceso mental de sus personajes me lleva a mi misma a un estado parecido y me provoca cerrar la puerta, sentarme a escribir y no hacer absolutamente nada más, porque lo único que tiene sentido en la vida es eso. Y me encanta. Me encanta que me transmita eso. Dejando de lado las influencias, las múltiples interpretaciones que pueden darse a sus obras, el análisis, y todo lo demás que puede sacarse de estudiar sus libros, lo que más me gusta es justo lo último que menciono y quizás lo más sencillo. Virginia Woolf me da ganas de escribir más.