Wednesday, June 30, 2010

Talleres de Literatura

Quería avisarles que en el mes de julio se han abierto dos talleres muy chéveres en el Centro Cultural de la PUCP:

- Análisis y creatividad literaria, dictado por Edmundo Paz Soldán.

-Novela, dictado por José de Piérola

Se ven muy buenos y yo ya reservé mi vacante para el de novela. Si alguno se anima, me verán por ahí.

Thursday, June 24, 2010

Tennyson, Scott, Faulkner y la mamáma Ida

Si tuviera que elegir una palabra para describir a mi familia paterna sería ingrata. Y me incluyo dentro de esa descripción. Todos son buenísimos pero terriblemente ingratos. Especialmente la generación de mi padre y sus hermanos. Ellos se ven máximo una o dos veces al año y todos viven en la misma ciudad. Se quieren sin duda, pero son muy raros, reservados a un extremo poco saludable. Todos han sido siempre un enigma para mí, nunca se sabe que está pasando por sus cabezas. Y quizás el misterio más grande de todos fue mi abuela, no necesariamente porque ella fuera tan reservada, sino porque la familia en general tenía una relación un tanto distante, siempre evitando hablar de los temas peliagudos, estancándose en el pasado y manteniéndose dentro de su coraza.

Debido a esa relación distante de mi papá con mi abuela, yo no la llegué a conocer a fondo. Pero siempre quise saber qué había detrás de esos profundos ojos grises. Sólo conocí la superficie: sus maneras elegantes, su hábito de levantarse a las 4 am para leer, los toffees que tenía en el cajón de su mesa de noche y que todos sus nietos siempre le estábamos robando, sus deliciosos postres, las anécdotas de su infancia que le gustaba contar… Mis hermanas mayores, en cambio, sí tuvieron la oportunidad de conocerla mucho mejor y la influencia que ejerció mi abuela en sus vidas la convirtió en su indiscutible heroína.

Lamentablemente yo era muy chica mientras mi abuela estaba todavía lúcida y para cuando crecí y comencé a vislumbrar de a pocos la extraordinaria mujer que era, mi abuela había comenzado a retroceder en el tiempo, mezclando épocas y personas, aunque con la misma voracidad por la lectura y por los dulces. Finalmente murió en julio del 2005 a los 92 años.

Unos días después de su muerte, fui con mi papá y mi hermano a visitar la casa de San Miguel, donde mi abuela vivió durante más de cincuenta años y que con el tiempo se convirtió en el Macondo de mi familia, y mi tío Fernando me dijo: “Creo que sólo a ti te gusta leer tanto como a mi mamá. ¿Por qué no te llevas sus libros? Nadie más los va a querer leer.”

Y me los llevé. Más de cien libros, incluyendo primeras ediciones, libros fuera de circulación, sus libros del colegio, etc. Fue como heredar un tesoro, pues encontré verdaderas joyas de la literatura que así nomás no se encuentran en cualquier librería de Lima. Ordenando sus libros encontré Idylls of the King de Alfred Tennyson, Ivanhoe de Walter Scott en el inglés original, Luz de Agosto de William Faulkner, las obras completas de Flaubert, Dickens, etc. Todas esas obras, en especial las de Tennyson, Scott y Faulkner me abrieron la puerta a un nuevo mundo. Me enamoré por completo de Tennyson, me obsesioné con Scott y quedé fascinada con Faulkner. Es así, a medida que iba leyendo todos esos libros, que me iba haciendo una idea más clara de quién era mi abuela y resultó que soy muy parecida a ella. Definitivamente heredé mi amor por las letras de ella (además de mi madre). Creo que de toda mi familia, ella hubiera sido la más contenta con mi meta de convertirme en escritora. Me hubiera encantado tener su opinión.

Mis libros son una de las posesiones más preciadas que tengo y sé que también los suyos lo eran para ella. Por eso cuando los traje a mi casa y comencé a desempolvarlos, forrarlos y leerlos, sentí como si estuviera estableciendo una conexión más fuerte con ella. Como si ella me estuviera mirando con satisfacción. El primer día que sus libros estuvieron en mi casa, mi hermano jura que vio a la mamáma parada en el comedor. Supongo que estaba asegurándose que sus libros no se perdieran.

No hay un día que no me arrepienta de no haber superado esa distancia estúpida que había en la familia. Pero a pesar de eso, mi abuela ha dejado una huella importante en mi vida. La he conocido un poco más a través de sus libros y las notas que escribía en los márgenes. Me atrajo más al mundo de la literatura, leí y releí todos sus comentarios, sus anotaciones.

Es por eso que Tennyson, Scott y Faulkner estarán eternamente relacionados con la mamáma Ida. Ella me los presentó y leerlos me lleva siempre a pensar en ella.

Monday, June 21, 2010

La pregunta

Mientras preparo mi siguiente post, he decidido compartir con ustedes una reflexión que me dejó pensando bastante.

Estaba leyendo Los largos oficios inservibles de Eduardo Chirinos (Editorial Norma – 2004), excelente libro acerca del amor al oficio de escribir, cuando me encontré con la siguiente pregunta que hace el autor: “¿adónde van las horas gastadas en escribir y leer?”. Es una pregunta difícil de responder y supongo que depende de cada uno, pero me gustó mucho la conclusión a la que llega el mismo autor y que ahora quiero compartir con ustedes:

“(…) lo único que se obtiene es la conciencia de que nunca estamos solos, que el pálido premio de una página justifica cualquier desvelo si nos devuelve nuestra verdadera cara: la de aquellos lectores que se reconocen haciéndola suya”.

Exacto.

Monday, June 7, 2010

¿Cómo nacen las buenas ideas?

Creo que en este momento en específico, el nombre mi blog se aplica al 100%. La ley de Murphy es un fastidio. Cuando estoy en el trabajo, en el micro, atorada en el tráfico o con sueño, se me ocurren las mejores ideas, desarrollo posts enteros en mi cabeza y reniego por no poder sentarme a escribir tranquila en ese momento. Algunas veces he tenido la suerte de tener un papel y lápiz cerca y anotar la idea para no olvidarla. Pero no es lo común. A veces parece que mi cerebro me juega bromas pesadas y me manda la inspiración cuando estoy apretujada en el mar de gente que se sube a los micros los lunes a las 8 de la mañana. Pero eso no es lo que más fastidia. Lo que más me fastidia es cuando, en momentos como el de ahora, cuando tengo el tiempo, el espacio y las ganas de sentarme a escribir, no se me ocurre absolutamente nada. Y es como un círculo vicioso, porque mientras más me esfuerzo por producir una buena idea, menos se me ocurre; me pongo de malhumor, lo que no es muy difícil para mí y ya hasta comienzo sentir que el papel en blanco de la PC o mi cuaderno se está burlando de mí.

¿Cómo es que nacen las buenas ideas? ¿Cómo acostumbra uno al cerebro a ser un poco más disciplinado y ajustarse a un horario para escribir? Me sigue pareciendo increíble que a veces en medio del bullicio encuentre inspiración, que cuando estoy renegando porque llego tarde al trabajo se me prenda el foco y no tenga un condenado papel a la mano para asegurarme que esa idea no se me va a escapar.

Robert Frost dijo: "All there is to writing is having ideas. To learn to write is to learn to have ideas." Ok. ¿Cómo? No hay una receta para eso. Creo que la práctica, como en cualquier otro aspecto de la vida que haya que desarrollar, es la mejor respuesta para mi dilema. Pero aún así es frustrante. Otra pregunta que siempre me hago es ¿cómo diferenciar las buenas ideas de las malas? O ¿cuándo una mala idea se puede transformar en una excelente idea? Son un montón de preguntas que seguramente todos los aspirantes a escritores como yo se hacen todos los días. Supongo que hay varias respuestas distintas para cada una de mis preguntas y todas deben de aportar algo al desarrollo de ideas. Sería genial poder sentarme a conversar al respecto con gente que esté igual de interesada que yo en el tema, pero eso no es tan fácil, pues creo que en mi entorno hay sólo una o dos a las que les apasione tanto como yo descifrar ese misterio que es la inspiración. Así que utilizo mi blog para comunicar mis inquietudes acerca del tema. ¿Las buenas ideas son siempre espontáneas o hay manera de disciplinarse y encontrar una fuente constante de inspiración? ¿O es que, como dije en mi primer post, el papel es tan intimidante que primero hay que superar el miedo a éste y atreverse a escribir incluso las malas ideas y aprender de ellas? ¿Ustedes qué opinan?