Thursday, May 15, 2014

Why I hate rape jokes

This quote explains exactly what I think when I hear a rape joke. 

"Quite honestly, my objection to rape jokes is not even because I particularly find the jokes personally triggering anymore; I generally just find them pathetic and inexplicable. And while I’m bothered by the fact that the jokes normalize and effectively minimize the severity of rape and thus perpetuate the rape culture, I’m more bothered by the thought of a woman who’s recently been raped, who’s just experienced what may be the worst thing that will ever happen to her, and goes to the site of her favorite webcomic, or turns on the telly, or goes to the cinema, or a comedy club, to have a much-needed laugh—only to see that horrible, life-changing thing used as the butt of a joke. I don’t understand—and I don’t believe I ever will—why anyone wants to be the person who sends that shiver down her spine, who makes her eyes burn hot with tears at an unwanted memory while everyone else laughs and laughs."



Monday, February 10, 2014

La casa gris

Todas las maderas de la casa crujen. Las tablas del piso se encogen con el frío de Agosto y se expanden con el calor de febrero. Originalmente eran marrón rojizo, pero con el paso del tiempo adquirieron un color blancuzco por la sal y humedad del aire que viene de la playa, directo por el malecón. El sonido de las maderas viejas y húmedas se confunde con la presión de los pasos de la familia que se mueve perdida dentro de la casa. A veces parecen el eco de los pasos andados cincuenta años atrás, con mucha más fuerza e ímpetu, cuando la casa todavía tenía un aire alegre, las ventas eran traslúcidas y el jardín no tenía perros enterrados. Siempre parece estar vacía, a pesar del sonido de los pasos o las voces de las jóvenes que en algún momento ocuparon una de las habitaciones del segundo piso. Sin embargo, detrás de ese vacío se percibe algo: una mirada, el eco de recuerdos, el paso de los años y las tragedias de la familia. 

Para los extraños a la casa, la sensación de ser observados es inmediata y espeluznante. No se equivocan, son observados. Nadie que haya muerto en la casa descansará mientras ella siga de pie con ese aire tan triste. Hasta que la casa desaparezca y aun así. La tristeza y el color gris y apagado de las paredes no es característica individual de la casa, sino de la familia que vive atormentada con lo que fue, lo que pudo ser y no fue. Nadie se salva de ese sentimiento de soledad y arrepentimiento. Viven alejados entre sí, porque la vista de unos con otros es el reflejo palpable de lo que quedó atrás, ya no existe y hace tanta falta. La familia murió en gran parte cuando mi abuelo falleció, y cayó por completo en lo grisáceo cuando mi abuela siguió a su amor cincuenta años después. 

Y ahora, cuando por fin la casa que antes era un punto gris de soledad ya no existe, es añorada como el último pilar de unión de la familia, mientras sus miembros y todos aquellos que pasaron por ella intentan ponerle el verdadero color a sus recuerdos y sus vidas. Todos seguimos cargando la casa, la llevamos dentro.