Anoche terminé de leer The Bell Jar. Es la historia de Esther Greenwood, una chica de 19 años que se desliza, por decirlo de alguna manera, hacia la depresión. La primera mitad del libro nos presenta a una Esther más o menos normal, estudiante de una prestigiosa universidad y que se encuentra haciendo prácticas en una conocida revista en Nueva York. En primera persona y mezclando flashbacks y raccontos, la protagonista nos cuenta detalladamente sus pensamientos y los eventos que marcan su vida a modo de confesión. A medida que van pasando las hojas, uno comienza a percibir cierta apatía y desgano, pero de forma sutil, casi como si uno mismo estuviera cayendo lentamente en una estado de somnolencia.
Hacia la mitad del libro ocurre el punto de quiebre, cuando Esther regresa a su casa para pasar ahí el resto de sus vacaciones de verano. Primero aparece el insomnio, dos, tres, cinco, siete, hasta quince días sin dormir. Luego la incapacidad de comer y finalmente, lo peor, no poder leer ni escribir. El primer psiquiatra que la atiende le receta de frente terapia de shock y Esther se rehúsa a regresar. Intenta suicidarse una y otra vez, fallando siempre, hasta que finalmente se esconde debajo de su casa y se toma una botella entera de somníferos. Después de ese evento, Esther es internada en varios hospitales psiquiátricos.
La segunda parte del libro trata de sus experiencias en esos hospitales y su constante ir y venir en el camino hacia la mejora. Sí, se que suena terriblemente depresivo, y lo es, pero el libro tiene algo que atrae, casi como si algún amigo cercano nos estuviera contando su propia caída en la depresión. Es un libro inteligente, perspicaz, lleno de imágenes y opiniones acerca del mundo. Pero no pude evitar sentirme algo deprimida y apática mientras lo leía. En cierto momento pensé en dejar de leerlo porque el libro transmitía demasiado bien la depresión de esta chica y comenzaba a deprimirme yo también. Al final no pude dejarlo hasta que terminé. Eso sí, he decidido leerme El Principito o Harry Potter para sacarme el aire depresivo que me ha quedado. Creo que lo que más afecta es saber que es un libro semi-autobiográfico y que Sylvia Plath terminó suicidándose 10 años después de su publicación.
Éste es un ejemplo perfecto de como las cosas que leemos afectan nuestros estados de ánimo y el transcurso de nuestros días. Un excelente libro, un verdadero insight en una mente brillante pero trastornada. Lo recomiendo, pero seguido obligatoriamente por caminatas bajo el sol y helados de vainilla. Por favor.